Confesionario

El reloj marca las 6 de la tarde es hora de salir de la casa, me pongo la mochila, reviso si esta lo muy preciado que siempre guardo en ella, y salgo a caminar, el sol ya esta ocultándose pues el invierno me quita las horas de poder verlo, en fin aunque hace frío el metro esta asqueroso, toda esa gente tan cerca de mi no respetando mi espacio, pero entiendo que no es su intención, lo acepto, en fin bajo en la estación indicada camino como si fuera a encontrarme con alguien , pero lo que la gente no sabe es que me dirijo a donde siempre voy, a estar solo, en verdad nadie sabía esto, pero en los momentos que me siento triste o quiero pensar, aunque vivo solo y no tengo a nadie quien me moleste, elegí un lugar en toda esa capital, ahí me siento, saco unos cigarros, pienso, me hablo, y lloro, mientras veo como he perdido un par de cigarros por la culpa de mis lágrimas , saco mi preciado tesoro, lo miro y lo aprieto fuerte entre mis manos como si haciendo eso él me ayudará, casi siempre todo esto dura un poco más de una hora, me pongo de pie y me subo al metro nuevamente. La última vez que fui no podia caminar muy bien en esa ocasión eran los 2 de la tarde me dediqué a observar el entorno, noté lo distinto que era cuando iba de noche, aun asi prefiero este lugar en las sombras , tiene más mistica no sé y siento que lo extraño ya, lo bueno de todo esto es que ahora me queda mucho más cerca y hasta caminando puedo llegar, así que si alguna vez digo que fui a pensar ud sabe donde.